sábado, 9 de octubre de 2010

El Extraño


En el octavo día, solo frente a la baraja de letras y la inmensa oscuridad de las paredes, las sombras bailaban la danza de las almas en pena. Cuantas veces había caminado tranquilo por el sendero iluminado, hoy perdido por la falta de luz. Cerrar los ojos era para aquél, el pasaje al mundo de la felicidad eterna . . . así, su rastro se perdió en el sueño, el sueño de un ser llegado extraño que toco a tu puerta con el amor destrozado.